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EntreCaracoles

I.- Desde la bruma la dama reprende a la niña

I.- Desde la bruma la dama reprende a la niña

En remolino el agua visitó tu entraña.
satinó los surcos de tu piel; y los tiempos…
los tiempos imprimieron tu historia, caracol.
 

Desde la bruma, la dama reprende a la niña porque intenta alisarse los rizos que le hizo. La dama insiste en que los tubos para el cabello no deben peinarse una vez que se sueltan y la manda a la calle con ese absurdo.

La niña no puede verse en el espejo sin que la dama le diga y le repita: —No entiendes que no debes verte tanto, sin darte cuenta vas a volverte loca—.

¿Tú crees que las reprimendas de la dama surtieron tanto efecto? ¿Dejé de verme en el espejo y es por eso que ahora no me reconozco, o sucedió al revés? Me miré tanto, que soy esa mujer enloquecida, que suplió un deseo oculto de ser actriz, mirando la vida a través del espejo, que actuó para sí misma tantos papeles, que en alguno se quedó quien era ella y ahora no entiende quién es, ni lo admite.

Cuando he tenido miedo a la mirada fija de un retrato, o tengo ganas de reír ante una mala noticia; mi primer impulso permitido es acercarme al espejo para atisbar a la otra que se asoma y ver si en sus ojos percibo lucidez o extravío.

¿Desdoblarse es locura? Pues es cierto, el espejo provoca. Los ojos al traspasar carne, desnudan alma.

3 comentarios

Ana María Espinosa -

¡Hola!. Llego a tu casa de muñecas por los "ecos del columpio". Me ha encantado leerte, con tu permiso te enlazo a mi blog, en el sidebar, "Otras encrucijadas"

Nina de Papuza -

Que bien lo explicas todo, ese asomarse a ver si está la locura, la cordura, quién anda por ahí, me encanta cómo escribes y las vueltas cantarinas de esta caracola.

Dilaca -

El tiempo me ha robado bastante el placer por leer caracolas... Sin embargo, en este fin de semana, ya he programado cobrarme el atropello.
Presiento que pasaré gratificándome por la decisión