I.- La poesía cristaliza el instante
Cóncava para recibirte, me repliego.
Te espero. Cuando apareces cristalizas el tiempo.
Te derramas en mi hondura.
No alcanzo a contenerte.
I
Fragmentos discontinuos de lo que tú ya leíste, formaron parte del recital.
Ese día, cuando concluye la lectura, hay seis mujeres que no abandonan de inmediato sus asientos. Parecen darse tiempo para asimilar lo escuchado.
En tanto dos de las poetas conversan; La tercera y última en leer, la de los pies desnudos, permanece sentada. Posa su carpeta sobre el regazo y parece perderse en su abstracción. En total recogimiento, reclina la frente sobre las manos y cierra los ojos
II
Entre Caracoles fue el nombre del recital. Tuvo lugar en el patio. El escenario sencillo: cuadros de caracoles en las paredes, arena y caracoles sobre la mesa. Instrumentos: la poesía y la guitarra. Se adentraron, irrepetidas, una en sucesión de la otra. La palabra se propagó con sus olas.
Las poetas lucieron huipiles, una llevó los pies desnudos. En las manos sostuvieron sopladores de paja con los que ceremoniales, las que escuchaban cubrieron sus rostros y lo descubrió quien leía.
Voz y liturgia pusieron de manifiesto su poder.
La palabra, exigente como el mar, vital, inexorable, tachonó sus orillas,
hizo audibles los ecos ocultos de nuestras mujeres,
dejó salir el silencio.
La poesía
la poesía cristalizó el instante.
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