I.- Desde la bruma la dama reprende a la niña
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En remolino el agua visitó tu entraña.
satinó los surcos de tu piel; y los tiempos
los tiempos imprimieron tu historia, caracol.
Desde la bruma, la dama reprende a la niña porque intenta alisarse los rizos que le hizo. La dama insiste en que los tubos para el cabello no deben peinarse una vez que se sueltan y la manda a la calle con ese absurdo.
La niña no puede verse en el espejo sin que la dama le diga y le repita: No entiendes que no debes verte tanto, sin darte cuenta vas a volverte loca.
¿Tú crees que las reprimendas de la dama surtieron tanto efecto? ¿Dejé de verme en el espejo y es por eso que ahora no me reconozco, o sucedió al revés? Me miré tanto, que soy esa mujer enloquecida, que suplió un deseo oculto de ser actriz, mirando la vida a través del espejo, que actuó para sí misma tantos papeles, que en alguno se quedó quien era ella y ahora no entiende quién es, ni lo admite.
Cuando he tenido miedo a la mirada fija de un retrato, o tengo ganas de reír ante una mala noticia; mi primer impulso permitido es acercarme al espejo para atisbar a la otra que se asoma y ver si en sus ojos percibo lucidez o extravío.
¿Desdoblarse es locura? Pues es cierto, el espejo provoca. Los ojos al traspasar carne, desnudan alma.
3 comentarios
Ana María Espinosa -
Nina de Papuza -
Dilaca -
Presiento que pasaré gratificándome por la decisión