VI.- Creí que los caracoles empezaron a gustarme porque eran mar (Esta acuarela es de Gabi Zayas)
Creí que los caracoles empezaron a gustarme porque eran mar. Hoy se que no es así, hay más que nos une. Los caracoles me hacen pensar en Dios. ¿Sabes que existen caracoles tan pequeños, que necesitas una lente de aumento para verlos? Son del tamaño de un grano de arena. Pasan inadvertidos para la mayoría de las personas. Yo los descubrí diminutos, perdidos entre la arena. Al verlos me sorprendieron. Son hermosos sin que importe su tamaño. Desde su principio ya son lo que van a ser. Se encierran para crecer y van construyendo alrededor de sí mismos pasadizos y recovecos. Un dédalo tan intrincado y eterno como el transcurrir de un día sobre el anterior.
Si ahora te preguntas como logré ver sus laberintos, me descubriste. Pues sucede que un día superé mi temor y recogí un caracol fragmentado, así conocí su interior. Aunque era bello, al cobijarlo entre mis manos miré sus entrañas y sentí dolor cuando pensé Qué difícil será crecer dentro de este esqueleto tan bonito y al mismo tiempo tan duro y que triste, que triste, que ahora esté destruido. A renglón seguido me pregunté ¿Por qué tienen que romperse?.
Creo que ahora lo entiendo y doy gracias de que existan conchas rotas y fragmentos de caracol. Mirar su entraña me dijo que soy mujer-caracol, porque he guardado mucho, porque he vivido hacia dentro. Porque mi vida es una espiral ascendente que va de adentro hacia afuera y hacia arriba, permitiendo salir lo oculto, en el momento preciso. El oído de Dios es para mí caracol que se inclina con blandura para recibir los ecos que surgen de mi espiral. Desde ahí me asigna la misión: fluir.
No importa si lo que fluye es tan simple como lo que ahora escribo. Escribo lo que tengo que escribir y punto. Cada profeta debe ser consciente en humildad de su tamaño. Yo nací para contarte las cosas cotidianas, para construir dentro de mí, reconstruyendo lo que desde el principio ya era. Nada que yo diga puede cambiar eso. Puede cambiar lo externo, pero lo esencial viaja conmigo.
Por eso tantos caracoles, por eso tantos caminos.
Para que lo entienda.
2 comentarios
Miyinalouzo -
Pavoguze -